Los primeros días en Roma fueron duros, una vez más un lugar nuevo, gente nueva y una casa nueva donde como es lógico es difícil dormir, difícil encontrar tus rincones y difícil donde poner tus cosas.
La familia y amigos de Sarah nos han acogido con los brazos abiertos y eso ayuda hasta cierto punto (sobretodo logísticamente hablando), en mi caso me ha generado un punto de tristeza pues no puedo dejar de ver en Sarah lo que hubiese vivido si el destino hubiese sido Bilbao.
El primer día en Roma fue un desastre, tras abrir las maletas me di cuenta de que no podía encender ninguno de mis aparatos porque los enchufes son diferentes, en la calle me esperaba una bonita multa de aparcamiento y la primera lavadora nos explotó (generando una bonita nube de humo) en la cara (literal).
Hemos pasado el primer mes acondicionando la casa pues se notaba que hacía muchos años que nadie la usaba de forma asidua, tras modernizarla un poco (cambio de muebles, enchufes, aparatos), nos hemos puesto a preparar la llegada del nuevo miembro en la familia, en este mes el tiempo ha volado y es una de esas pocas ocasiones en las cuales cuando miro hacia atrás no me apetecería por nada del mundo volver a empezar.
Ahora ya nos vamos tranquilizando, he encontrado por fin mi rincón en casa, ya me siento seguro en su interior y empiezo a saber cómo cocinar una tortilla de patatas con una cocina de gas (las primeras se me pegaban con resultados catastróficos). Sin embargo esta tranquilidad es solo la calma antes de la tormenta, desde este sábado estaré oficialmente “on call” pues la criatura (no tiene nombre todavía :-P) puede llegar en cualquier momento, pero no os alarméis, si todo va como está previsto, todavía nos faltan unas cuantas semanas de calma chicha.
Y qué mejor forma que abrir esta entrada con una bonita foto espacial que saqué en las playas del puerto de Roma (Ostia) 45 minutos después del atardecer, con Venus alcanzándonos una vez más en su órbita interior y mostrando e iluminando nuestro camino en noches sin Luna.
En Italia quería hacer un master y finalmente he conseguido una plaza. El lunes comenzaros las clases y se titula algo así como “Satélites, plataformas orbitales y servicios espaciales”. Estudiar esto es la culminación de mis sueños de hace 20 años, tal vez algún día os cuente cómo me dio el chispazo en la cabeza para todo esto, por el momento no puedo más que decir que estudiar tecnología espacial a apenas 100m de las ruinas romanas es una contradicción muy especial. Me he arriesgado muchísimo viniendo a Italia sin tener la plaza confirmada, esto ha contribuido bastante en mi estado anímico y estrés de los últimos meses, pero por el momento parece que ha merecido la pena.
Ahora, si no os importa voy a seguir repasando un poco las matemáticas pues estoy muy oxidado (hace 12 años de las asignaturas de cálculo en la Universidad!) y en la clase de hoy, con mecánica orbital, me han fundido los plomos con las multiplicaciones de vectores y derivadas e integrales, todo un jarro de agua fría para recordarme que sí, que los sueños son bonitos, pero que hay que seguir luchando por ellos.