En Bruselas siempre me había llamado mucho la atención cómo los italianos intentaban escaquearse de todo, buscando el más mínimo resquicio para saltarse las normas, adelantando colas, regateando a los dependientes y en general, pagando menos por todo. Me daba vergüenza ajena cuando iba con ellos. Y a pesar de hablarlo varias veces, siempre se adelantaban hasta al portero y tras 2 o 3 minutos de diálogo me llamaban desde la puerta y me decían, Aitor, andiamo andiamo...
Tras vivir un mes en Italia, creo que empiezo a entenderlo.
Desde el primer día me da la sensación de que me intentan robar y colar en todas las esquinas (hablo desde el punto de vista de un italiano, no de un turista). Es como si todo el país estuviese conjurado contra los propios italianos para intentar exprimirlos, y claro, ellos desarrollan este magnífico sentido del regateo, se crían buscando las cosquillas al sistema y luego cuando salen del país son simplemente así. Actúan como han aprendido toda su vida.
Os podría poner ya decenas de ejemplos, pero tengo una situación de esas de película, por ejemplo, tengo Internet activado en el móvil por una semana y se autorenueva automáticamente. El problema es que lo hace con un retardo de 15 minutos, si tengo el móvil encendido esos 15 minutos, navegar por internet me cuesta 100 veces más caro. Llamé para quejarme y la respuesta fue “Señor, debe usted apagar el móvil todos los viernes de 00:00h a 00:15h...". ¿Es una broma?
Pero eso no es lo peor. Si no tengo saldo suficiente para renovar Internet (son 2,5€ a la semana), me quitan todo el dinero que haya y no me activan Internet, lo hacen para obligarte a recargar lo antes posible. Esto me llevó a una situación muy cómica la primera semana que me fui a Bilbao, pues al aterrizar me dejaron totalmente incomunicado.
Ese mismo día fui a montarme en un autobús para ir al centro, los billetes se compran en los “estancos” y solo hay un estanco en todo el aeropuerto. Allí se les habían acabado los billetes y por tanto al conductor hay que pagarle el 500% de multa por no haber comprado el billete en el estanco. Perdone usted, ¿Es una broma? Bájese usted del autobús por favor, menuda forma de empezar en Italia...
Cuando hay cola me siento perdido porque veo que todos se me cuelan, hay que luchar, pero no luchar con puños, hay que luchar a ser sociable. Yo soy una persona muy tímida, me gustan las colas en las cuales la gente no me molesta, saco un libro o el móvil y espero mi turno. Aquí tienes que hablar con la gente y cuando lo haces te vuelves un miembro de la cola y la gente respeta tu turno, si te pierdes en la pantalla del móvil todos te ignoran y se ponen delante tuyo.
Y este comportamiento se traduce de forma amplificada al tráfico. El tráfico es un verdadero caos pero es impresionantemente fluido. Coches y motos se mezclan en calles de 2 carriles viajando hasta 3 coches en paralelo. Cuando esto ocurre mi cerebro me dice de ocupar uno de los dos carriles pero los italianos me empujan a 3 carriles. Todos los coches son enanos en este país y mi "regordete" C4 ha empezado a adelgazar por la fuerza (golpecito en la puerta).
Un buen amigo italiano me decía en Bruselas (y yo siempre me reía pensando que era un "mito"):
- En Bélgica es todo a rajatabla, solo y únicamente si tienes todo lo que te piden puedes conseguir lo que quieres, pero si te falta una pequeña tontería no hay nada que hacer.
- En Italia si tienes todo en orden hay posibilidades de que no consigas lo que quieres, pero si te faltan cosas, las probabilidades de conseguirlo son igualmente altas.
Esto ya lo he vivido varias veces en las oficinas italianas. Basta que lleves una buena sonrisa en la cara y que te pille alguien con ganas de acabar cosas para que todo salga bien. Y como te cruces con el amargado de turno no tienes nada que hacer, ese día no lo consigues.
Y qué hay de esta ola polar en Europa. Pues no es tal, es el frío de Bruselas que nos echa de menos y ha recorrido todo Europa para buscarnos y vaya si nos ha encontrado. Las nevadas más fuertes de Roma en 30 años.
La nevada nos ha dejado un par de días sin poder coger el coche. La noche del viernes, bajo la gran tormenta, me fui andando hasta el Coliseo para hacerle unas fotos, ¡no me podía perder una ocasión como esa!. Llegué a casa a las 3 de la mañana pero fue muy gratificante recorrer 6 kilómetros de nieve virgen hasta casa, en medio del silencio que producen las tormentas de nieve, sin coches ni personas en las calles. Me crucé con un par de almas perdidas y con dos grupos de amigos, el primero tirándose bolas de nieve en medio de una conocida fuente (dolce vita) y el segundo grupo cerca de casa montando un muñeco de nieve.
El frío sigue, yo estaba seguro de que en este pueblo el invierno duraba un par de semanas, me ha pillado por sorpresa y creo que ya he pasado más frío que muchos otros años en Bruselas (aquí el cielo azul engaña). Me voy a cubrir bajo las mantas y a subir un poco la temperatura...