Cuando la ciudad te habla...

El otro día me perdí con la bici en las intrincadas calles de las afueras de Bruselas. Cuando me ocurre esto suelo sacar la brújula (cuando voy con tiempo) o buscar una parada de autobús (cuando voy con prisas). Las paradas de autobús son una bendición para los transeúntes belgas pues todas disponen de mapa, un lujo para los exploradores. Me paré en la primera parada que encontré, miré el nombre en lo alto de la señal y se paró el tiempo.

Parada "optimisme", por donde pasa el autobús número 63 dirección "De Brouckère" (centro).

Yo persona pesimista donde las haya, siempre me imagino y espero lo peor de casi todo, supongo que lo hago para protegerme de las decepciones del mundo aunque también ayuda a apreciar las cosas pequeñas. Las personas que me rodean a veces se desesperan conmigo, me dicen que tengo que confiar un poco más en la gente, la verdad que me cuesta, con los años cada vez me espero lo peor de todos y de la humanidad en general...

Entonces con la bici todavía en las manos sacudí la cabeza, había pasado un par de minutos allí ensimismado mirando la señal, sonreí ante el guiño que me acababa de dar Bruselas. Entonces ya despertando de mis ensoñaciones, la parte oscura de mi alma recuperó el control y se me escapó una carcajada de maldad al pensar en lo irónico que debe de ser esperar un autobús que llega tarde en esta parada.

Consulté el mapa y continué rumbo a mi destino con una sonrisa y sin volver a mirar hacia atrás, aunque no me queda ya claro qué parte de mi alma es la que tomó el control ... de la bici en ese momento ...