A veces ves de lejos a alguien con el que hace muchos años que no te cruzas, te acercas y ... no es.
Hace un mes me pareció ver a mi primer profesor de francés en Bruselas, me acerqué y en el último momento me di cuenta de que no era, justo a tiempo. Una semana más tarde la misma situación en otro lugar totalmente diferente ¿Qué me estaba pasando?
La semana pasada cenando con Sarah en un pub cerca de casa, me pareció volver a verle, pero evidentemente tampoco era, entonces a Sarah le conté que durante el último mes me había parecido verle como 3 o 4 veces, se quedó algo mosca con la obsesión que me estaba entrando...
Como cada mañana (qué orgullo decir esto), me despierto en la calle con las playeras ya puestas y corriendo hacia el parque. En una de esas ya incalculables vueltas que hago al parque, tras una curva me pareció ver al profe cruzarse conmigo, se cruzaron nuestras miradas, fue menos de un segundo, me di la vuelta pero él ni se inmutó, continuó en dirección contraria, las dudas me llenaron, Sarah parecía tener razón, me estaba obsesionado con ese tío, pero ¿por qué ahora después de 4 años?
En la siguiente media vuelta cuando se acercó me dí cuenta de que sí que era él, venía con una sonrisa enorme y moviendo los brazos, me gritó "Eeeeitorrrrr, comme vaaa!!!, tres tres bien!!" para después seguir su camino alejándose en dirección contraria, todo muy rápido. Yo no salía de mi asombro, tal vez mejor persona que profesor aunque lograba que sus clases fuesen suficientemente amenas. ¿A qué había venido todo esto?, me hizo mucha ilusión encontrarme con él.
Desde entonces no me ha vuelto a parecer verle en ningún otro sitio, se pasó la obsesión, ni siquiera me lo he vuelto a cruzar por la mañanas corriendo. Recuerdo haber vivido situaciones parecidas en al menos otras dos ocasiones, como una despedida mal hecha, una última oportunidad para despedirse de alguien cuya vida se mueve hacia otra dirección completamente diferente.
¿Tendrá nombre esta paradoja? Es curioso las jugarretas que nos pega el cerebro.