Estos hechos acaecieron (tributo a chacal) hace unos tres años, sin embargo son una de tantas aventuras que uno no cuenta, tal vez para no preocupar a amigos y familiares en su día, pero a falta de aventuras como ando últimamente, el tiempo la ha suavizado tanto que hoy día a veces la cuento como una de tantas anécdotas que han poblado mi estancia en estas lejanas tierras.
Una noche invernal del 2008, en las entrañas de la ciudad de Bruselas, me encontraba dentro de un enorme pub con la música al máximo y posiblemente un par de cervezas de más. A esta fiesta me habían traído en coche y como me pasé todo el viaje hablando con el resto de pasajeros no me enteré ni si quiera de donde me encontraba.
Después de unas horas me entró el bajón y solo me apetecía irme a casa, el grupo estaba bastante disgregado, era una de esas noches en las cuales eres el único que no disfruta, que no se relaciona. Así que le dije a uno de mis compañeros que no aguantaba más y que me iba a tomar el aire. Fuera me esperaba la madrugada gélida acompañada de la lluvia y no se me ocurrió mejor idea que la de volver a casa a pié para despejar las ideas. Pero... ¿en qué dirección?
Durante mis primeros años en Bruselas para moverme por la ciudad por lugares que no conocía me paraba en las paradas de autobús donde un mapa te indica la posición con un “Vous etes ici” (Usted está aquí). Tal vez no fuese un método muy eficiente, pero durante mis travesías en bici se volvieron muy eficaces. Con un mapa y con una brújula (siempre la tenía en mi llavero) puedes llegar a cualquier sitio.
Así que siguiendo mi instinto me dirigí a la primera parada de autobús que casualmente se encontraba a escasos metros de la fiesta. Allí me perdí en el mapa de aproximadamente 1m2 y después de 5 minutos no fui capaz de encontrar el signo de “Vous etes ici” ni el nombre de la parada que parecía haber sido arrancado de cuajo.
Entonces vi que un grupo de tres jóvenes mujeres se acerca por la otra acera en dirección a la fiesta. Sin pensármelo crucé (se trataba de una calle vacía de transeúntes pero bastante transitada de coches) y la conversación siguió tal que así:
- (En francés). Disculpen, ¿hacia donde debo ir para llegar al centro?
(Esta pregunta es comodín porque con ayuda de la brújula y con esa información sabes automáticamente en que sector de la ciudad te encuentras).
- (En inglés). No hablamos francés.
- (En inglés). Disculpen, ¿hacia donde ir para ir al centro?
- (En inglés). Por favor no nos moleste, pregunte a los que vienen detrás.
Con la cara todavía estupefacta, esperé a que el siguiente grupo de personas, formado por cuatro de hombres de aspecto occidental y posiblemente más jóvenes que yo.
- (En inglés). Disculpen, ¿hacia donde ir para llegar al centro?
- (En francés). No hablamos inglés.
- (En francés). Podrían indicarme hacia donde está el centro.
- (En francés). Idiota ni siquiera sabes hablar francés correctamente.
...Y continuaron en dirección hablando entre ellos y riendo de cosas ininteligibles alguna probablemente dirigida a mi.
Resignado volví a la para de autobús, tal vez debería haber vuelto a la fiesta pero eso me hubiese llevado por lo menos otro cuarto de hora (era una de esas macrofiestas llenas de gente que tardas horas en cruzar). Así que volví a la estación a buscar al menos la línea de autobús.
Mientras andaba descartando sectores se paró un coche a mi altura, en frente de mi se encontraban otra vez los 4 franceses con la sonrisa de oreja a oreja.
- (En francés). ¿Eres español? Pu* España, pu*s e idi*s seais todos. (Acompañado de las risas de todos).
- (En castellano). ** ** (insultos que no recuerdo), dejarme en paz ** (más insultos)
Me dijeron algún insulto más pero se empezó a formar cola y los coches les pitaban, se marcharon.
Volví a concentrarme en el mapa y la sensación de inseguridad comenzó a apoderarse de mi. Otra vez me interrumpió el claxon con la música e insultos en francés. Me dí la vuelta y mis dos cervezas de más no me permitieron mantener la boca cerrada, entonces alguno sentado atrás hizo mención de bajarse del coche pero se vieron obligados a marchar rápido, el tráfico ese día estaba a mi favor.
Algo me decía que volverían, pero no tenía ni idea todavía de hacia donde escapar. Por pura casualidad identifiqué la línea de autobús y con la ayuda de la brújula podría identificar en pocos minutos la calle en la cual me encontraba pero no me dio tiempo, volví a escuchar la música del coche y esta vez pasó de largo, aparcó a unos 30m y se abrieron todas las puertas.
No esperé ni un segundo más puse los pies en polvorosa. Teniendo ya una ligera idea de hacia donde se encontraba el centro me metí en la primera calle perpendicular. Justo antes de cruzar la esquina escuché varios claxon sondando, y la curiosidad me pudo, eché una última mirada, solo dos me perseguían y mientras tanto el coche intentaba dar media vuelta.
A partir de aquí no recuerdo muy bien como fueron ocurriendo las cosas, la adrenalina bombeando por los cuatro costados, hoy me hace mezclar todas las sensaciones e imágenes de aquellos momentos, la única idea que tenía en la cabeza era la de coger el mayor número de calles en sentido contrario que me fueran posibles y más o menos en la dirección hacia el centro, supongo que la idea me la dio la última imagen del coche medio atascado dando la vuelta.
Después de varios cruces dejé de escuchar los pasos de los perseguidores y aquí empezó la persecución psicológica. Con ayuda de la brújula me fui en dirección al centro por calles por las cual nunca antes había estado, me escondí un par de veces cuando ví aparecer algún coche a lo lejos, quería llegar a alguna zona más concurrida pero a esas horas probablemente incluso la Grand Place hubiese estado vacía.
Algo más de una hora después llegaba a casa, aproximadamente cuando me llamaron los que se habían quedado en la fiesta.
Ahora, tres años más tarde, conozco suficientemente bien esa zona de Bruselas, sin embargo nunca jamás he vuelto a saber donde se encontraba aquél pub exactamente. Mis amigos no se ponen de acuerdo pues mezclan aquella noche con muchas otras. Posiblemente ese pub ya no exista.
Hoy en día todavía llevo la brujula totalmente desgastada en el llavero. Ya casi no tiene utilidad alguna puesto que los móviles con GPS nos han quitado esta sensación de estar perdido en medio de la nada, pero uno no sabe cuando se va a quedar sin batería...